La primera vez que me encontré al padre rojas no fue en persona sino a través de una de sus obras.
Cuando yo tenía unos 7 años, mi madre busco algún campamento de verano, para mi hermano mayor y yo.
Un campamento en el que conociéramos a más niños de nuestra edad y pasáramos unos buenos días de acampada -una experiencia muy recomendable a esa edad- pero sobre todo que esto fuera en un ambiente cristiano y saludable, que nos ayudara a crecer en el ámbito tanto humano como espiritual.
A través de una amiga suya, oyó hablar de los campamentos GOCJ, y así es como empezamos a ir. Recuerdo estos campamentos veraniegos como unas de las mejores
experiencias que tenía en el año.
Esperaba con ansias todo el curso a que llegarán y me daba una pena terrible cuando estos se acababan, solo de pensar que tenía que pasar un año entero hasta ir de nuevo
Por eso, cuando más mayores empezamos a asistir a las reuniones semanales, yo desbordaba de gozo. Era una oportunidad para encontrare con mis amigos y con el señor todos los sábados
Entonces fue cuando en una peregrinación a Fátima finalmente conocí al Padre Rojas -el fundador de GOCJ- y comprendí que gracias a su admirable vida y dedicación al señor yo había podido encontrar un grupo tan increíble. El padre Rojas era una persona muy positiva y optimista, siempre sonriente y gastando bromas.
No había una sola vez -por muy serio o formal que fuese el tema del que estaba hablando- que no metiese algún chiste que nos hiciera reír. Con el paso de los años y al ir yo creciendo y madurando, empecé a admirar la gran sabiduría y santidad de este hombre dedicado a Dios.
Su esfuerzo y perseverancia, a pesar de las grandes dificultades que encontró en su vida, nos sirven a todos de inspiración y motivación.
Al los “Grupos de oración del corazón de Jesús” y por ende al Padre Rojas les debo el quien soy hoy en día.
¡Muchas gracias Ángel María Rojas!